domingo, 18 de mayo de 2014

Dos Noches de Verano — 24 — Clara: Matar a la bestia



>Clara: Matar a la bestia.


               
Algo había estado mal desde la mañana. No tenía caso seguir ignorándolo. El norte moviéndose al oeste. Una hora de tiempo que desaparecía. Y objetos que aparecían de pronto.
No, nunca había tomado un pedazo del diario del Henry, a pesar de mis recuerdos. Porque también recordaba no haber tomado nada. Lo que vi escrito no parecía parte de un diario, y el papel había estado en blanco luego de que lo rompí.
Y ahora, uno de los deformes había hablado. No veía la hora de dejar esa ciudad.
Hola —nos dijo, sonriendo de manera extraña. No era una sonrisa humana.
Me sentí tan asustada como confundida. Apreté mi fierro con fuerza.
Hola —volvió a repetir, como esperando algo.
—No respondan… —susurró Nick.
¿Por qué no? —dijo el monstruo, escuchándolo; su boca moviéndose de manera antinatural. Si existía un español puro, neutro, era aquel; era carente de todo acento. Nick se quedó callado.
—¿Quién sos? —dijo Clay, con algo de temblor en la voz. La bestia giro su cabeza hacía él, y bajo la mirada a la placa en su pecho.
Soy un soldado. 
—Vos sos todo menos un soldado —respondió Clay—. ¿Quién sos de verdad?
¿De verdad quieren saber? —dijo el soldado, y empezó a alterar su brazo derecho. Era el brazo con extensión normal, y comenzó a hacerse más oscuro, convirtiéndose en una silueta negra. O en una sombra. Estaba cambiando a sus pieles de verdad; ese cuerpo era un simple traje. Nick había tenido razón.
—¡No! ¡Pará! —Clay levantó su pistola y le apuntó.
El monstruo sonrió y volvió su brazo a la normalidad. 
—¿De dónde venís? —logró preguntar Clay, entonces.
De arriba del cielo —respondió él—. De arriba del negro entre las estrellas y de lo observable en cualquier frecuencia. Venimos más allá de su universo plano.
—Cómo… ¿de otra dimensión? —dijo Clay, sin bajar el arma.
Ese no es el término exacto…
Clay retrocedió hacía nosotros, sin dejar de apuntar.
—¿Creen que este mintiendo? Es algo difícil de creer…
—No, no miente —dijo Nick. Parecía muy seguro.
—¿Cómo sabés? —pregunté.
—Solo... lo sé.
Hubo un silencio entre los otros, que nos miraban.
—Te creo. —dije entonces. Nick perdió la cara seria.
—Digo, eh… lo que estuvo pasando solo se puede explicar con algo fuera de este mundo.
—Bueno, bestia —dijo Clay, volviendo con el soldado—. Cuando decís “venimos”… ¿te referís a todos los deformes que andan por la ciudad?
No, ellos nacieron acá —dijo la criatura—. Me refiero a los monstruos de verdad, los que no vieron. Los que causan terror. Los que causaron esto.
—¿…Monstruos como vos? —dijo Clay. Ya estaba hilando algunas ideas; los deformes de la calle no podían cambiar su forma como este.
Sí, exacto.
—¿Por qué? —preguntó Clay—. ¿Por qué nos lastiman?
El soldado hizo silencio.
—Respondé.
Ah... la Ciudad —dijo la criatura, como cambiando de tema. Era la primera vez que mostraba algo parecido a una emoción.
—¿Eh?
¿No es extraño? Es perfecta, ¿no? Te hace sentir bien, te hace olvidar tus problemas. Como si hubiera algo en el aire. Podría ser una droga recreacional. O podría ser una mala adicción… ¿no?
¿De qué estaba hablando? Yo había vivido ahí toda mi vida sin notar nada extraño. Pero Clay parecía sacudido. Miró a la criatura sin decir más. ¿Qué le había pasado?
Luego de unos segundos decidí seguir yo.
—No respondiste la pregunta. ¿Por qué nos lastiman? ¿Es porque estamos en esta ciudad?
No, no tiene que ver con eso —siseó el monstruo.
Esperé unos momentos. No agregaba nada más.
—No va a responder, Clara —dijo Nick. Chasqué la lengua.
—Entonces, decime… ¿qué es ese líquido negro? —Los demás me miraron intrigados. Era lo primero que se me había ocurrido. Al cabo de un momento, con cierta vacilación, el soldado respondió.
Está en la onda larga.
—¿Eh?
En la onda larga —repitió, sin aclarar nada. ¿Se refería a las de radio?
—Debe hablar de las de radio —me dijo Croft—. Quizá existe una transmisión donde se explica el agua. —Pensé que valía la pena revisarlo luego.
—¿Vos hiciste que el helicóptero se estrellara? —pregunté a la criatura.
—dijo, sonriendo—. Yo mismo maté al piloto.
Por un momento no pude responder. Croft tomó la palabra.
—¿Ustedes están atrás de todo lo de hoy?
¿Qué cosas? —dijo el soldado.
—El tiempo dando saltos. Las direcciones cambiando.
Sí. Eso puede ser acción nuestra.
—¿Por qué lo hacen? —preguntó Croft.
El soldado volvía a cerrar la boca.
—No va a responder… —dijo Nick. El monstruo giró la cabeza, mirando al cielo. Le seguimos la mirada, y vi el sol, de nuevo en donde estaba antes—. ¿Somos los únicos a los que les hacen esto? —pregunto Nick.
Ustedes no son especiales en nada. Van a morir, igual que el resto. No va a tener nada de esa dignidad y gloria que tanto valoran.
—No es así —dijo Croft. La criatura no parecía convencida.
—Todo ser humano debe pensar eso —dijo Nick.
—Bueno, pero, ¿no tenemos a Henry de nuestro lado? —insistió Croft—. Si cambiamos el destino, si de verdad lo hacemos, podemos sobrevivir.
El destino no se puede cambiar —intervino la criatura.
—¿Quién dijo que no? —respondí, exaltada.
No hay elementos al azar fuera de la escala cuántica. El mundo macroscópico es predeterminado desde el inicio, hasta la muerte del universo, sin excepciones.
—Henry pudo cambiar el futuro. Por eso estamos acá.
La criatura frunció el ceño.
De pronto, su cuerpo se volvió completamente negra, y la estaca se deslizó fuera de su cuerpo, cayendo al suelo.
—¡A un lado! —Clay me tiró hacia atrás y disparó a la bestia, que ahora era una silueta. Los disparos no parecieron hacer nada. Se irguió por completo, y comenzó a acercársenos mientras Croft también disparaba.
Ustedes son insignificantes —decía mientras avanzaba—. No merecen lugar alguno en la existencia.
Clay trató de darse vuelta y huir, pero la silueta lo tomó del cuello y lo lanzo por el aire. Cayó a unos metros, dando vueltas en el suelo.
Sí, Dios va a pasar sobre la Tierra —dijo, acercándose a Nick, hablándole—. Pero no va a ser un castigo ni el día del juicio. Solo porque a Él no le importan. No va a notar su presencia cuando aplaste el mundo; no va a oír sus gritos, ni sus llantos, ni sus rezos. 
Nick estaba paralizado, y solo pudo reaccionar cuando el monstruo estuvo a unos centímetros. Le atacó con el cuchillo, pero no le afectó. La silueta lo aplastó contra el suelo. Nick echó un grito, pero la bestia solo dio otro golpe más.
Helicópteros, autos, aviones. Nada de eso va a poder escapar. La Ciudad es el comienzo y será el fin. Ningún ejército o dios va a protegerlos, y ningún destino va a cambiar lo que ya empezó.
La criatura apareció frente a Croft en un instante. Antes de que este pudiera hacer algo, fue empujado contra una muralla.
Y cuando sufran la desesperación más profunda… y hayan perdido todas sus esperanzas… van a conocer el verdadero vacío. —La silueta se estaba acercando hacía mí, arrinconándome contra la pared mientras yo respiraba desesperadamente. Y siguió acercándose—. La carencia de existencia y de vida. Nunca va a saberse que existieron. —Traté de golpearlo con mi tubo, pero el golpe lo atravesó como él si no estuviera ahí. La silueta empezó a absorber el fierro, arrancándomelo de las manos hasta que desapareció de la realidad—. Tu esfuerzo es inútil. No podes dañar una sombra tridimensional. Es algo que no comprendés. Asomate hacia el vacío.
Sentí lágrimas otra vez. Mi vista se nubló, y la sombra cubrió mi campo visual, acorralándome. Cubriendo todo con la nada.
¿Ese era el vacío donde íbamos a terminar todos?
Mamá, papá, mis hermanos. ¿Se habían salvado al morir antes?
No, no lloraba, pero ya no me hubiera importado. No hubiese hecho una diferencia.
Solo…    
El sol de verano seguía brillando, aunque las nubes y el humo lo opacaban. Las nubes causaban lluvia, aunque esta no podía hacer nada contra el fuego del lugar. Brillante, el fuego iluminaba la escena. Los tres hombres vieron como ocurría un ataque silencioso, sin ruido alguno. Hasta que el grito de la bestia cubrió el ambiente.
Un vapor negro empezó a salir de la herida, mientras la sombra retrocedía.
Me desplomé en el suelo, apenas respirando. El miedo apagaba mi conciencia. Sin embargo, mi mano derecha se aferraba al abrelatas que había sido de Henry. Con el que había herido a la bestia.
Croft no perdió tiempo. Se levantó, me quitó el abrelatas, y se lanzó a atacar. Aunque el monstruo intento cubrirse, el abrelatas atravesó su brazo sin esfuerzo, hiriendo como un cuchillo y sacando más de ese vapor negro. Croft siguió atacando, y por fin la bestia se alejó y desapareció. Se desvaneció en el aire, como mientras nos había atacado. En un instante.
Croft miró a todos lados para asegurarse de que se había ido. Los chiquillos se acercaron a mí. Me costó entender sus palabras.
—¿…ra? ¿Clara? ¿Estás bien? —decía Nick. Asentí levemente, mirando hacia donde había desaparecido la bestia.
Me levanté del suelo. Estaba helada y temblando.
—¿Segura?
«Sí», respondí, apenas escuchándome.
—¿Que paso ahí, Clara? —preguntó Clay.
—E-El vacío —dije—. Trató de matarme…
—Y lo atacaste con el abrelatas de Henry, ¿correcto? —dijo Croft, mientras se acercaba y me extendía el abrelatas.
—Era lo único que podía hacer. —Me aferré a él.
—No entiendo. Las balas no le hacían nada, pero ¿el abrelatas sí? —dijo Clay.
—Se chupó mi tubo —dijo Croft—. Dijo que era una sombra tridimensional o algo así.
—Ajá... —asentí.
—¿Creen que Henry lo trajo por eso? —dijo Clay, creyendo por completo.
—Me lo habría dicho antes de morir —dije.
—Y no le hacía nada a los otros deformes —dijo Croft.
—Esté podía hablar y cambiar de forma. Era distinto… dijo que era distinto —dijo Clay.
—¿Podemos ponernos en marcha? —pedí—. No quiero estar afuera… —Los hombres se miraron y asintieron.
Con paso rápido, salimos de la calle y continuamos hacia el norte. Ahora Croft lideraba el paso. La lluvia se había hecho más débil, pero yo todavía sentía el corazón acelerado. Dejamos atrás la columna de humo y continuamos hacia los edificios más altos.
Apretaba el abrelatas y no podía dejar de pensar en la suerte que había tenido.
—¿Saben? —dijo Nick, luego de unos minutos caminando—Estuve pensando. Todo lo que anduvo pasando hoy, lo del sol moviéndose… Quizá todo esto no sea más que un asunto de percepción. Una confusión de nuestra parte.
—¿Por qué lo decís? —preguntó Clay.
—Bueno, es que no puede ser. Si de verdad fue causado por otras criaturas, o movieron el planeta o movieron el sol. Si tienen tanto poder podrían habernos exterminado cuando empezó todo esto, ¿no?

—Puede ser, Nick —dijo Croft, sin mucha convicción—. Puede ser…

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