—Bueno,
entonces… —empecé.
Todos
estábamos sentados alrededor del negocio, en una especie de círculo. Cada
rostro se veía preocupado.
—…Creo
que vamos a morir —continué.
Ninguno
se inmuto.
—Lo
que tenemos para defendernos es un chiste. Afuera está lleno de esas cosas. En
seis horas van a estar por acá los helicópteros, pero no tiene caso alguno.
Diría que estamos en la entrada de la zona alta, pero a menos que nos pongamos
en territorio elevado, como un edificio, no van a vernos. No podemos hacer nada
contra esas cosas si alguna fuera a entrar… no podemos salir para intentar
cambiar algo.
Nadie
hablaba. Croft había dicho que la predicción de Clara sobre el agua negra no se
había cumplido, pero él se veía tan consternado como ella. Ningún miembro del
grupo parecía protestar contra lo que estaba pasando.
Henry
y Jack ya se habían quedado atrás.
Toda
la gente que habíamos visto en el camino. Chicos, familias. Cientos de personas
debían haber sido devoradas o trastornadas.
Sencillamente,
no era justo. No había explicaciones, razonamientos… solo una oleada de dolor
descargada sin aviso. Tomé el celular de Jack y lo apreté con fuerza, como
ciñéndome a su recuerdo.
—Jack
dijo que esto era un castigo del cielo —dije—. Debe ser así. Sí.
Bajé la
cabeza.
—Ahora
sé que él tenía razón. Todo lo que era bueno se está pudriendo… Todo se va
reemplazando lentamente por esa muerte caminante que son las bestias. Incluso
vimos cadáveres convirtiéndose. Hasta animales. Va cubriendo todo.
No
agregué nada más. Quedamos en silencio unos momentos.
Mi
espalda ardía, doliente por la puñalada que había recibido. Clay también se
veía agotado. Sin embargo, no veía la misma expresión de derrota en él. Se
levantó del suelo, mientras se limpiaba el polvo de los pies. Me dirigió una
mirada rápida.
—Voy a
tomar aire.
Dijo
esto y salió, pasando por la puerta de atrás. Croft y Clara continuaron en
silencio, pero era un silencio meditabundo. Recordé que Clara había estado
hablando con Clay sobre algo. Me pregunté si ellos habrían llegado a
conclusiones diferentes. Ella levantó la cabeza, decidida. Abrió la boca para
hablar, pero en ese momento Clay volvió a entrar. Apareció desde la puerta
delantera.
—Eh
—dije—. Qué… rápido.
—¿Cómo? —preguntó Clay.
—Solo
digo, volviste rápido.
Clay
gestó una sonrisa tosca, como si creyera que estaba jodiéndolo.
—Salí
hace media hora.
Nos
quedamos mirándolo durante un momento. ¿Qué estaba diciendo? Entonces Clara se
decidió a hablar, aclarándose la garganta.
—Buen…
dejando eso de lado, Nick, la verdad pienso que…
—¿Hm?
—dije, girándome hacía ella.
—Estas
equivocado.
Clara
sacó un pedazo del diario de Henry de su bolsillo, y lo apretó en su mano.
—No
vamos a morir. Podemos evitarlo hacerlo. Yo tengo fe.
Traté
de formular una respuesta.
—Pienso
que…
—Yo
también tengo fe —dijo Clay—. Morir o vivir es decisión nuestra. —Croft levantó
la cabeza—. Nuestra. No es de nadie,
no está…
—…Escrito.
Exacto —dijo Clara, y partió el
papel en varios pedazos.
Croft
se apretó la cabeza con las manos, como debatiéndose sobre algo.
—Tengo
algo que decir —habló entonces, pero lo interrumpí.
—Yo…
no sé. Podemos querer creer que todo va a salir bien. Pero no es así como va a
pasar. Lo sabemos, lo sabía Jack.
—“Jack”
ya me canso —dijo Clay—. Lo que nosotros hagamos es lo que va a dictaminar el
futuro. Si te rendís, sí que vas a morir.
Croft
relajó los hombros, resignado. Yo bajé la cabeza, a mi vez.
—Muy bien
—dije—. Como digan.
Clay y
Clara se miraron, y luego a mí y a Croft.
—No
hay momento como el ahora —dijo Clara—. Salgamos ya, por la puerta trasera.
Estoy segura de que podemos llegar hasta un edificio.
—Sí
—concedió Clay—. Deberíamos…
Entonces,
la ventana junto a la puerta principal explotó.
Fragmentos
de vidrio volaron por todo el negocio, y un tentáculo negro se metió por el
agujero. Empezó a sacudirse frenéticamente, intentando adentrarse más en el
local.
—¡Dios! —chilló Clara.
—¡Salgamos!
—gritó Croft.
Corrimos
hacia la puerta trasera, mientras la criatura empezaba a meter más de su
cuerpo, el tentáculo siendo una protuberancia de piel que daba lugar a la cabeza
de un hombre. La aparición rugió; el sonido parecía hacer que el lugar se
hiciera asfixiante, y mientras corría hacia la puerta el cuarto parecía
cerrarse hacia mí, parecía que iba a correr por siempre, con la bestia justo a
mi lado. Pero abrí los ojos, y ya habíamos llegado todos fuera.
El
negocio de ropa estaba destruido, pasado por arriba como por un huracán. Los
vidrios rotos, los muebles lanzados afuera, el techo caído hacia dentro. La
calle se encontraba vacía y quieta. Solo nosotros cuatro yacíamos frente al
negocio.
—¿Qué…?
¿Eh? —balbuceé.
—¿Y el
monstruo? —preguntó Clay.
Miramos
hacia la otra entrada, pero no había nada. Tampoco parecían quedar bestias en
las calles. Todo estaba en silencio.
Clara
miró la hora.
—La
una y media.
Los
cuatro intercambiamos miradas.
—Pero
eso significa… —murmuró Croft.
—¿Pasó
una hora en un momento…? —dijo Clay.
Él lo
sabía. Yo lo sabía. Días atrás, el espacio se había contaminado, esas cosas
habían entrado; y ahora el tiempo también.
—M-Mejor
pongámonos en marcha —dijo Clara.
Miramos
hacia el horizonte. Un edificio destacaba sobre todos los demás; una torre de
negocios.
—Para allá —dijo clara. Empezamos a caminar.
Avanzamos
unas dos cuadras. Avanzamos en silencio, pero no; habían ruidos entre cada
calle, presencias moviéndose alrededor. No podíamos saber si eran gente,
bestias o algo distinto. No se sentía bien. Todo estaba cayéndose abajo, como
yo sabía. La caminata, entre la cantidad de autos parados en medio de la calle,
era lúgubre.
Entonces
fue cuando lo vi.
Yo
estaba caminando adelante del grupo, pero me quedé parado. El resto me pasaron
de largo por un momento antes de preguntarme qué pasaba. Me gire hacia Clay.
—Toma
esto. —Le di el celular de Jack.
—¿Por
qué?
—Mira…
¿sabes usarlo?
—Sí
—asintió Clay.
Apretó
unos botones, y escuche el sonido de un mensaje nuevo en mi celular.
___________________________________________________
JD:
Si
JD: Por
qué? Que pasa?
NS:
Espero que no te moleste usar la cuenta de Jack.
____________________________________________________
Levanté
la cabeza.
—Tengo
que ir a otro lugar —expliqué.
—¿Eh?
—dijo Clay.
—¡¿De
que estas hablando?! —exclamó Clara—. ¡Estamos por llegar al edificio!
—Eso
no importa. Usemos el celular para mantener el contacto. Yo… —dije, mientras empezaba a girar en
dirección opuesta.
—Nick
—dijo Clay, parándome—. ¿Qué carajo haces?
—No
voy a tardar. Voy a reunirme con ustedes. Lo prometo.
Me di
vuelta, y empecé a correr, alejándome más y más de ellos.
Todo
estaba erróneo. Todo lo que nos rodeaba, el aire, el cielo…
El
tiempo… Las cosas que creíamos hechos de la vida.
Yo no
podía usar armas de fuego. No después de lo que había pasado.
¿Pero
qué había pasado?
No
podía recordarlo. No podía ver ningún momento en mis recuerdos que...
No, nada.
¿Por qué no usaba armas?
Sacudí
la cabeza y sentí, por un momento, que no volvería a ver al resto, pero corrí
ese pensamiento de mi mente.
Ahora
todo estaba mal, sí…
Pero quizá
algunas cosas podían arreglarse, pensé, mientras giraba en otra esquina, y veía
a Jack frente a mí.
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