Antes
de todo eso había tenido un amigo… Se llamaba Jack, y éramos compañeros en la
fuerza de policía. Jack había muerto, bajado por Croft cuando su cuerpo se
degeneró. No quedaba nada de lo que él había sido. Jack ya no estaba en la
tierra, en ningún sentido de la palabra.
Pero
ahora lo veía frente a mí, de pie, portando sus pistolas y su uniforme como si
nada hubiera pasado. Y aunque todo lo que sabía me indicaba en contra, no había
ninguna señal, ninguna muestra de que no era real; solo estaba ahí, parado tranquilamente.
Jack
había muerto, pero ahora estaba frente a mí.
Nosotros
también íbamos a morir, a mí tampoco me quedaban muchas horas; pensaba eso hasta
que lo vi. Verlo ahí hizo distinto a todo. Quizá podamos lograrlo, pensé,
viendo al que incluso había mutado y sin embargo estaba ahí. Pero la ilusión no
duró mucho.
Un
pestañeo y se desvaneció. Y volví a pestañear, y lo divisé una cuadra más
adelante. Como si se hubiera movido muy rápido. Y empecé a perseguirlo, a
correr detrás de él como si lo que estuviera persiguiendo fuera la chance de
ganar sobre la muerte, de tener una oportunidad más. Pero más que nada
necesitaba verlo, necesitaba hablarle; él era la última figura de lo familiar,
lo último que me quedaba antes de que todo se hubiese pervertido y yo conociera
a toda esa nueva gente, esas cosas nuevas.
Pero
Jack seguía alejándose. Y yo corría detrás de él, y corría, y como adentro del
negocio cuando el monstruo nos había atacado, esa escena parecía un pasillo de
pesadilla; un pasillo cuyo final nunca llegaba.
Hasta
que Jack se detuvo.
Se
paró en un callejón detrás de tres casas, un camino para bicicleta oculto que
era más propio de un pueblito que de la Ciudad. El sol seguía levantado, pero se
había eclipsado y la escena se cubría de un resplandor que le quitaba el tiempo
a todo. Temí durante un momento el no estar realmente despierto, la locura de
la situación estaba ganando terreno en mí, pero mire la chaqueta azul de Jack
siendo levantada por el viento hasta que me convencí de que semejante cosa no
podía ser falsa.
Jack
habló. Por un momento temblé ante la disrupción del silencio, un pánico
momentáneo de que al romperlo también desapareciera la situación a mí alrededor
y yo despertara.
—¿Qué
pasa? —dijo.
Me
quede mirándolo.
—¿Qué
pasa…? —repetí.
—Si —dijo
Jack, tranquilo—. ¿Qué es lo que pasa a tu alrededor?
—N-No
entiendo. Jack, yo…
Pero él
no me dejo continuar la frase. Extendió su mano derecha y abrió la palma hacia
arriba: en ella había un pequeño charco de agua negra.
—¿Qué
es esto? —preguntó, como probándome.
—No
entiendo. No entiendo… Jack.
Como
perdiendo el interés cada vez que mencionaba su nombre, Jack dejo de escucharme
y dejo caer el agua al piso.
—¿Qué
es eso? —Pregunto una vez más.
—Agua
—dije—. Agua negra.
Jack
me miró un momento. Nuestros ojos conectaron, y en mi cabeza aparecieron
imágenes de una corriente; imágenes de una canilla abierta e imágenes de lluvia.
Y en cada visión el agua pasaba se tornaba negra, y entonces vi a Clara, y todo
cobro sentido.
—¿El
agua corriente se hizo negra? ¿Cómo clara predijo? —dije, sin aliento. De
repente, las pistolas de Jack desaparecieron, y volvieron a aparecer en mis
manos.
Jack
asintió durante un segundo.
Pero
ya no era Jack.
La
imagen de Jack se había desprendido, como si se removiera una máscara. El
hombre que ahora se mostraba ante mí era mucho más alto y se encontraba
envuelto en ropas blancas. Pero su forma era indistinguible. Se difuminaba, se
perdía entre el escenario. Cuando centraba mi mirada en él, en cualquier punto,
este se esparcía. Su visión escapaba a mis sentidos, pero estos me decían que
él estaba frente a mí. Empecé a temblar, y casi quise gritar para lidiar con
esa frustración. No entendía nada, no comprendía qué estaba pasando a mí
alrededor. Todo era demasiado confuso.
—Está
bien, no pasa nada —dijo la figura que se había hecho pasar por Jack. Ya
no pretendía usar su voz.
¿Por
qué me había llevado hasta él? Me había atraído, usando la imagen de Jack.
El
hombre en blanco hablo:
—¿Alguna
vez oíste hablar de un universo cuántico?
Me
miró a los ojos, y vinieron más visiones a mi cabeza… Como si las pensara yo,
pero a la fuerza. Se sentía como un tipo de comunicación, como si simplemente
fuera un lenguaje que ese hombre usaba. Aparecieron imágenes: vi a los
monstruos. La gente deformada. Reconocí figuras que me eran similares;
construcciones hechas varias personas, esas deformidades caminantes. Pero
también habían formas nuevas: Estrellas, moluscos, grandes gusanos que se
retorcían mientras avanzaban. Cosas que nunca había visto. Todo era la misma
familia. El pelotón inhumano caminaba entre escombros negros, y todo vibraba con
la presencia de muerte que eran ellos y con la que rodeaban todo. Ese hormigueo
que traía lo tocado por el negro. Todo estaba plagado por ello; el aire, el
espacio.
Parecía
mi Ciudad en un estado mucho más decaído. El futuro que Clara había predicho.
Donde no solo las personas habían sido corruptas, sino todo. Creí que iba a
perder la consciencia, y sacudí mi cabeza una y otra vez tratando de hacer que
la imagen desaparezca.
Con
las pistolas temblando en mis manos, apunté hacia el hombre de blanco. Todo en expresaba
blanco; incluso su pelo se veía blanco, aunque no podía mirarlo directamente. Sin
embargo, algo en su conjunto era distinto; su traje tenía botones. Botones
rojos. El hombre solo sonrió, complacido.
—Dispará —dijo—, dispará
si querés que terminemos.
Pero
yo bajé el brazo. Continuaba temblando. Entonces él siguió adelante.
—Esto
es un mensaje —dijo, tratando de explicar con palabras y con su lenguaje.
Y hubo
otra visión.
Vi a
los horrores caminando, y estos volvieron a ser hombres, y lo que era
destrucción volvió a ser edificios en pie. La realidad de antes. Las imágenes
empezaron a superponerse, de atrás para delante de atrás para adelante; bestias
caminando en lugar de las personas, edificios destruidos y erguidos de forma
intermitente.
—En
las dimensiones superiores yacen horrores —dijo—. Y estas dimensiones
pueden bajar y empezar a establecerse sobre la que había. Reemplazándola poco a
poco. Cambiando a las personas que habían por sus personas. Y luego cambiando
el resto. Esto debería ser una advertencia, pero ya sucedió.
No
podía entender nada de lo que estaba diciendo. Perdí la fuerza en los pies, y
me contraje en el suelo. Mi mente divagaba.
—Quiero
dispararle… ¿por qué es difícil? ¿Por qué no uso armas? —balbucee para mí—. No
puedo recordarlo…
Para
mi sorpresa, el hombre respondió.
—Es el
resultado de una experiencia chocante que tu mente asoció con las armas a lo
largo de tu existencia. Esta experiencia. Vas a hacer que suceda ahora, en unos
minutos —dijo.
Me
levanté despacio, mirándolo y esperando algo de él. Al final, ese algo llegó.
Una nueva visión.
Reconocí
mi Ciudad, y vi la destrucción en la que estábamos en ese momento. La gente
convirtiéndose, desatándose con violencia. El hombre hablaba a la par.
—Las
dimensiones se superponen y empiezan a mezclarse. Una realidad ligeramente
diferente… una como es la de los Eldritch… entra en esta y de a poco va tomando
su lugar. La gente es reemplazada por el horror. Todo esto fue inevitable,
fuera de su control —dijo, hablando con solemnidad, casi disculpándose.
Me
apreté la cabeza.
—Podrían
subirse a un helicóptero, pero no tienen adonde ir. Esto está pasando en todos
lados. No puedo decir hasta donde va a llegar… quizá se detenga luego de
reemplazar el agua, de reemplazar algunas personas. Quizá continúe hasta que el
sol cambie lugares con una abominación.
Con
lágrimas cayendo por mis ojos, apunté mi arma hacia él.
—Hmm
—musitó.
Basta, intenté susurrar, pero no logre que salieran
sonidos de mi boca. Quería que las visiones se detuvieran. Que todo eso parase.
—Así
es como son las cosas —continúo diciendo, sonriente—. Al menos pude
llegar y decírselo a una persona de este universo… Cruzar adentro y hacer el
intento, al menos pude…
Entonces
disparé. Jalé el gatillo, la bala llego hasta hombre y por un instante pude
verlo con claridad. Vi su traje blanco y su peinado blanco, y sus botones
rojizos que refulgían eléctricamente. Pero entonces todo desapareció, como
absorbido por una corriente, y el efecto rebotó hacia mí como un millón de edificios
cayendo dentro mi cabeza.
Y me
derrumbé bajo la presión infinitamente pesada, y todo se hizo negro.
◘◘◘◘◘
Desperté
en el callejón. Mi primer pensamiento fue que no tenía que estar tan lejos,
tenía que apurarme y reunirme con el resto como había prometido. El resto…
Clay, Clara, Croft. Me levanté del suelo, me limpié el polvo y descubrí las
pistolas de Jack tiradas a unos metros de mí. Me acerque para juntarlas, pero
al acercar mi mano me invadió una ola de terror. Corrí la mirada, tratando de
ignorarlo, y las deje ahí.
Entonces
note que había perdido mi gorra. La gorra que había sido de Jack. De alguna
manera, no me importo. Podía aceptarlo.
Todo
lo que acababa de pasar… no podía sacar nada en claro de ello. Mi mente estaba
demasiado agotada, la decepción había sido la última que podía soportar. No
había encontrado a Jack con vida.
Ahora
solo quería juntarme con el resto y no tener que tomar más decisiones. Descubrí
una moto cerca, con las llaves puestas. Eso iba a ser útil.
Había
avanzado por unos minutos cuando me llego un mensaje. Al ver las letras azules que
usaba Jack me sobresalte por un instante, pero recordé que Clay tenía ese
celular ahora.
____________________________________________________
JD: Estamos por entrar al edificio. Tene cuidado.
___________________________________________________
El mensaje era corto pero claro. Me pregunté si
ellos estaban bien… Me pregunté cuanto tiempo había estado yo en ese callejón.
El tiempo estaba actuando extraño últimamente.
Me vino a la cabeza una imagen del hombre en
blanco, pero la corrí. No lo entendía, no me significaba nada más que sensaciones
de horror y muerte. No quería pensar en ello nunca más.
Respondí el mensaje diciendo que estaba en camino. Subí
a la motocicleta y me puse en marcha.
Tras un par de minutos divisé el edificio; estaba
junto a un parque y un complejo de oficinas que me recordó a mi empleo.
Todo estaba en silencio. Subí la guardia, dejé que
mi disciplina tomara el control y me concentré, por más que estuviera agotado.
Miré alrededor… Podía haber una criatura en cualquier lugar. O en el peor de
los casos, adentro del edificio.
Estaba por entrar cuando divisé a uno de los
alterados en el suelo. Era un hombre con ropas ligeras, y casi todo su cuerpo
se encontraba en estado normal, pero su estómago se abría hacia afuera
espantosamente, mostrando una hilera de huesos que se estiraban hacia afuera
junto con la piel, ensanchando el agujero que dejaba ver hacia el interior de
su estómago. Dios santo, pensé. Su pansa debía haberse deformado y estallado de
alguna manera. El suelo estaba cubierto de órganos. Lleno de asco, bajé de la
motocicleta y corrí hasta la puerta. La abrí.
Frente a mi había una recepción normal, cubierta de
sombras. Había dos escaleras a los lados; supuse que el resto habrían ido por
ahí. Me alegro no ver ningún signo de violencia. Subí la mirada al segundo
piso… y los encontré. Pero solo vi dos personas.
Cuando mire alrededor, descubrí a Clara esperando
junto a la puerta. Hice lo que pude para esconder mi sobresalto.
—Hola —la saludé, algo incómodo.
Ella inclino la cabeza como saludo. Parecía
satisfecha de verme en una pieza.
—Creo que estamos a salvo… —explicó.
—Tenemos que llegar a la terraza. Eso es todo lo
que importa. Los helicópteros van a llegar en unas cuatro horas, ¿no?
Ella desvió la mirada.
—Henry no estaba muy seguro de eso fuera a pasar.
—Te creo —dije, y Clara pareció sobresaltarse.
Me miro un momento, solo mirándome sin decir nada.
Subimos las escaleras y nos encontramos con el
resto.
—Eh, ¿adónde mierda fuiste? —pregunto Croft.
—Em… —balbuceé.
—Da igual —intervino Clay—. Es más
importante que nos ocupemos del tema en cuestión.
—¿Tema en cuestión? —pregunté.
—Tenemos que revisar este lugar.
—Concuerdo —dijo Clara—. Cualquier cosa
podría servir.
Croft me miró, mientras los otros dos hablaban.
—¿Así que no fuiste a hacer nada?
—Yo… —le dije, y empecé a susurrar. Yo sabía
que había mentido sobre el agua de la canilla—. Vi el agua.
Croft ensanchó los ojos.
—Ajá —asentí.
—Bueno… Pues sí. El agua es así —dijo Croft, también
susurrando— Pero podría ser una casualidad.
—Pero lo dudo… Lo dudo.
—Croft —le dije—. Si las predicciones de Clara eran
ciertas, todo lo demás también podría cumplirse…
Pero Croft corrió la mirada y se alejó de mí.
Corrió a juntarse con el resto.
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