sábado, 28 de diciembre de 2013

Dos Noches de Verano — 7 — Nick: Preparar la cena

>Nick: Preparar la cena.


Jack estaba muerto. Se había ido. Croft y yo le dimos sepultura y permitimos que descansara en paz. 
Croft me dejó junto a la tumba mientras él entraba. Fue gracias a Jack que había sobrevivido… Ahora le debía seguir hasta el final. No podía morir. 
Entré a la casa y revisé lo que eran sus pertenencias. Sus armas, su celular. Mire las pistolas, y truculentos recuerdos de mis tiempos en la fuerza me vinieron a la cabeza. Los borré de mi mente y tomé el celular para mí. También tomé su vieja gorra; me la puse. Me sentí un poco más protegido.
El día siguió su curso. Miraba hacia afuera frenéticamente, acosado por la idea de que algo aparecería en cualquier momento. Todo orden se había ido… la seguridad de la rutina había desaparecido. Temía que pudiera convertirme en una criatura babeante en cualquier momento; le había pasado a Jack, podía pasarme a mí. O a Croft. No sabía si eran un acto del demonio o un efecto químico, pero los efectos eran ineludibles. 
Croft y yo no nos dijimos nada. Eran tiempos difíciles, y no buscábamos ser amigos. Solo queríamos aguantar un día más. 
Por la noche llegaron dos personas más. Había anochecido temprano, cuando los vimos por la calle; eran un hombre y una mujer, perseguidos por cuatro de esas cosas. Croft bajo a tres con las armas de Jack, y ellos pudieron ocuparse del cuarto. 
Llegaron hasta la casa y nos agradecieron. 
—Gracias. En serio. ¿Podemos quedarnos acá? Solo queremos pasar la noche… estoy seguro de que todos escucharon el anuncio oficial… —Dijo el hombre, Henry. La mujer se llamaba Ella Clara. 
Miré hacia Croft. Sabía que se sentía invadido, y que más gente significaba más problemas potenciales. Pero aceptamos; no podíamos dejar a alguien en la calle así. 
Hacerlo fue un error. Un par de horas después, sucedió de nuevo. Estaba charlando con Croft cuando Henry comenzó a gritar. Los gritos se volvieron guturales, como a dos voces, y oímos que se acercaba un auto. Croft y yo bajamos tan rápido como pudimos, pero no sirvió de nada. Henry se había convertido, y había empezado a perseguir a Clara por la calle. Pero un auto se cruzó en el medio y lo aplastó. Pronto sabríamos que esta acción fue intencional: el conductor buscaba salvar a Clara. Por lo pronto, la situación era confusa. Todo paso muy rápido. Clara se volvió histérica y trato de atacar al conductor. Croft disparó, rozándole el brazo a Clara. Sangre empezó a surgir. El conductor salió del auto y se veía herido y golpeado.
Entramos todos en la casa, donde me puse a vendar la herida de Clara, y ella logró calmarse tras unos minutos. No lloró por la muerte de su compañero; en sus ojos solo veía furia. Tuve un escalofrió mientras revisaba como les iba al resto. 
Croft estaba hablando con el conductor. Este dijo llamarse Clay, y también estaba dirigiéndose a la zona alta por la evacuación. Me pareció un tipo razonable, pero estaba muy golpeado. No me extrañaba. Esos espantos, esos animales estaban por todas las calles. 
Eran gente… la gente se trastornó a la vez y en todos lados. Empezó en un solo momento, y por doquier. Nadie pudo prepararse. Tenía sentido que Clay se viera así. 
                                                    
Se hicieron las ocho y cayó la noche. Croft prendió luces y tapó las ventanas. No quería atraer nada, dijo. 
—Son como personas atrofiadas —dijo Clara. 
—¿Eh? —Pregunto Croft. 
—Esas cosas… tienen mala vista. No te preocupes por la luz. —Croft bufó.
—No me preocupo solo por ellas —terminó, y tapó otra ventana. 
Era el final del día, y Croft me pidió que me ocupara de la comida. Revisé lo que teníamos; solo Clara había traído algo. Tenía una mochila que había pertenecido a Henry. Adentro había galletas, agua y fideos. Iba a servir. Y había algo más: un abrelatas. Me pareció previsor de parte de Henry, aunque en realidad no había ninguna lata en la mochila. Era uno multifunción, con sacacorchos incluido. Parecía afilado. Me pregunte si podía tener alguna otra función, cuando Clara apareció y me saco la mochila de las manos. 
—La próxima vez pregunta, ¿no? —me recriminó.
—Eh… 
Se dio vuelta y salió de la concina. Me dio un mal presentimiento. 
Por el momento, lo importante era que había llegado a sacar unos fideos. 
Los preparé, y todos comimos en la mesa juntos. Una comida fría y silenciosa. 
Mientras comía, note que Clay tenía una de las pistolas de Jack. Decidí hablarle a Croft sobre eso luego. 
Había que decidir cómo dormir. Solo había una cama, por lo que propuse que todos durmiéramos en el suelo en el mismo cuarto, de forma que pudiéramos ayudarnos si pasaba algo. 
—No sé si es tan buena idea —dijo Clay. Los nuevos no parecían apoyar la idea de estar cerca de nosotros, relativos desconocidos.
—En realidad… tiene razón —dijo Croft, quien creí que estaría de mi lado. 
—¿Qué? —Pregunté—. ¿Por qué? 
—¿Por qué crees? —Dijo Clara—. No voy a dormir cerca de ustedes y que se conviertan por la noche. Nunca tuvimos que venir acá… 
Su voz flaqueó en esa última frase, y noté que sus ojos estaban vidriosos. No dijo nada más, y subió al segundo piso, donde tomó la cama matrimonial como suya. No me quejé; sabía lo que estaba sintiendo. No sabía que tan apegada estaba a Henry, pero ser perseguido por tu compañero y que luego te disparen no podía ser agradable. Además, no tenía fuerzas para enojarme con nadie.
Aunque Croft era una excepción. Me gire hacia él. 
—Buen trabajo —le dije, refiriéndome a como había alterado a Clara. 
—¡Hey! —se quejó—. Fue un accidente. 
—Quizá me equivoque al darte decisión sobre esas armas. ¿Encima le diste una a Clay? 
Clay nos miraba mientras hablábamos, algo incómodo. 
—No podía dejarlo desarmado —dijo Croft, y me palmeé la cara.
—…Da igual. Entonces, ¿qué hacemos? —Pregunte, mirándolos—. ¿Nosotros sí dormimos en el piso? 
—La verdad, Nick… ella tenía algo de razón —dijo Clay—. Yo voy a uno de los cuartos vacíos de arriba, si no te importa.
Entonces subió arriba y se fue. 
Pude ver la misma mirada en Croft, por lo que entendí el mensaje y subí arriba también. 
Hicimos camas con las frazadas de más que habían en el cuarto matrimonial y nos acostamos cada uno en cuarto distinto. Me senté contra la pared; sabía que no iba a poder dormir, y sospechaba que los otros tampoco. Además, no quería hacerlo. Cualquier cosa podría pasar durante la noche; preferí estar alerta. 
Y la precaución cumplió. Llevaba una hora, quizá menos durmiendo. Todo estaba en oscuridad. De alguna manera, ninguna luz venia del exterior. 
El silencio era absoluto… no podía distinguir nada fuera de mi cuarto desamueblado. La quietud se destruyó en un instante: el sonido de vidrios quebrándose me levanto enseguida. Tomé mi gorra y el hacha. 
Salí al pasillo a la vez que oía un grito. Me encontré con el horror: una silueta negra cubría el camino.
La aparición amorfa parecía una persona, pero era más una masa oscura, con varios brazos y varias piernas sobresaliendo de los lados. ¿Cuántos eran? ¿Qué era eso? 
Parecía más grande que las otras personas deformadas que había visto. Soltó una especie de rugido sordo, un ruido que me ponía los pelos de punta y electrizaba todo el ambiente. Clay y Croft también habían salido; todos estábamos paralizados en las puertas de los cuartos. Clara, al final del pasillo, chillaba ante el monstruo. Esta había saltado por la ventana que daba al piso de arriba, y parecía colgado a la pared con sus varias piernas. 
—¿…Qué mierda es esto? No es una persona —dijo Croft. 
No, debían ser varias; recordé cuando mi mano pareció hundirse en una de esas cosas. Eso debían ser varias personas, chupadas en una masa que ya no recordaba a la humanidad. Agradecí el hecho de que no pudiera diferenciar sus rasgos en la oscuridad de la noche. Solo sus ojos brillaban, diminutos puntos blancos entre las extremidades en continuo movimiento. 
—Hay que matarla —susurré.
Pude ver como Clay asentía. El monstruo saltó hacia mí a la vez que le lanzaba mi hacha a Clay. Me agaché, y la bestia me paso por encima mientras me deslizaba por el cuarto. Clay se movió para adelante y atrapó el hacha como si hubiera nacido para eso. Le lanzó su pistola a Croft, que la tomó en el aire y se puso frente a Clara. 
—Y-Y-Yo… —balbuceó ella. 
La criatura cayó al suelo, su objetivo evadido; se dio vuelta furiosa, medio subida a las paredes. Clay ya estaba frente a ella, y le dio con el hacha entre los varios ojos. El rugido se volvió agudo, y tuve que taparme los oídos con las manos. Clay casi dejó caer el arma; un instante que el monstruo aprovechó para atraparlo con sus manos flacuchas. Clay gritó.
Entonces Croft se adelantó y apunto las pistolas. Disparó dos veces, dio a las manos y lleno las paredes de sangre negra. La bestia retrocedió con un bufido. Parecía enojada. Los tres nos pusimos en guardia. Clay me pasó el hacha y se disponía a recuperar su pistola, pero Clara apareció de pronto, y se la arrebato. 
—Hijo de puta —le susurró al monstruo. 
Empezó a dispararle. En la negrura, la sangre del ser se mezclaba con su cuerpo. El monstruo se removió, pero no caía. Dio otro paso atrás, e intuí lo que iba a hacer, un segundo muy tarde. 
Arremetió contra nosotros, tirándonos a un lado y haciéndonos perder las armas. Todos gritamos en el choque. Quedamos separados en la habitación, yo con Clara y Clay con Croft. El monstruo se giró hacia nosotros, con las armas tras él. Croft podía alcanzarlas si saltaba… Solo teníamos que distraer a la criatura un momento, pero hacerlo sin armas… Maldije que las ramas de Clara estuvieran abajo. 
Entonces, Clara sacó el abrelatas. 
—¿Qué hacías con eso? —pregunte en voz alta. Con las miradas resentidas que había hecho hacía Croft, había temido que pretendiera lastimarlo a lo largo de todo el día, y ahora resultaba que llevaba ese abrelatas afilado con ella… 
Clara agazapó la cabeza, pero no respondió. 
La masa de brazos y piernas nos miró a los ojos…

Dos Noches de Verano — 6 — Croft: Detener a Clara

>Croft: Detener a Clara.


Mi nuevo compañero no había tardado más de cinco minutos en hacerme disparar un arma. Necesitaba algo de tiempo para recuperar mi compostura.
Ya había disparado una antes. Antes de mudarme a la ciudad tenía un amigo con el que iba a practicar, aunque nunca había tenido muy buena puntería. 
De todas maneras, a esa distancia no podía fallar. Jack aun no se había convertido del todo, así que cayó muerto luego de un solo disparo.
Traté de devolverle las pistolas a Nick, pero se negó a recibirlas; parecía tener algo contra ellas. Decidí que iba a guardar una por la casa, y movimos el cuerpo del amigo de Nick. Encontramos unas palas en el patio trasero, y tomamos turnos para hacer un hueco en la tierra. Lentamente, en el transcurso de la tarde, cavamos un pozo y sepultamos a Jack en él. Dejé a Nick en el patio. Era claro que todo aquello lo había afectado.
Fui a buscar algo de beber. Antes de que esos dos llegaran había logrado revisar un poco la casa y no tenía nada de comida. Tomé un vaso de agua y revisé las pistolas; resultaba que solo una tenía el cargador completo. Guardé la otra pistola y la munición en un bolso que encontré en el segundo piso. Una pistola y diecisiete balas debían ser suficientes para pasar la noche. 
Ya estaba anocheciendo cuando empezaron a escucharse los gritos. No eran los primeros que había oído, pero mi nuevo compañero parecía tener una actitud distinta a la mía; Nick entró corriendo en el living, su hacha en mano. Salimos a la calle; una pareja estaba siendo perseguida por algunas de esas aberraciones. Estas estaban separadas y eran blancos fáciles, así que dispare a los tres monstruos y la pareja pudo encargarse del restante… usando solo un par de ramas. 
Él se llamaba Henry, ella era Clara. Nos dijeron que solo se quedarían por la noche y se irían por la mañana. Nick me miro con duda, como si entonces fuéramos compañeros; por mí hubiera sacado a los tres y estaría tomando mi baño. 
Nick y yo entramos a la casa, pero Henry y Clara se quedaron afuera para vigilar si más deformes iban a acercarse por los disparos. Parecía que eran de planear a futuro.
Nos sentamos en el living, junto a la puerta de entrada que apenas habíamos podido reparar. Nick parecía pensativo, y me pregunto si sabía algo sobre lo que estaba pasando. No había duda que la muerte de su amigo le había afectado; pero yo no tenía la menor idea. 
—¿Era un buen amigo? —le pregunté. 
—Sí —dijo Nick—. Él creía que esas personas eran demonios de la Biblia… pero míralo ahora. Lo que sea que es puede afectarnos a todos en cualquier momento. 
—¿Cómo un virus? 
—Tal vez. Solo te pido si vez que me pasa eso… Como a Jack. Dispárame antes de que me convierta en algo así. 
—Preferiría no hacerlo. 
Nick se quedó callado, pensando. 
—Es curioso que me dieras las armas —solté—. Hace unos años practique con ellas, aunque nunca me gustaron. 
—Pues yo no pienso tocar una y no creo que esos dos sepan usarlas. 
—Sí, tenes razón. Voy a ver cómo está arriba —dije, queriendo terminar la búsqueda que había empezado cuando Nick llegó a la casa. 
En la primera planta estaba la cocina y un baño; el tercer cuarto estaba lleno de ropa sucia y detergentes. En el segundo piso había un cuarto con cama doble, una oficina y dos espacios sin amueblar. Había tenido suerte de que Nick me diera su arma; ahí no iba a encontrar nada. 
Una cama y un sillón abajo… Suponiendo que Henry y Clara dormirían en la cama, tendría que discutir con Nick sobre quien iba a terminar en el suelo. Estaba por preguntárselo cuando volvieron a sonar ruidos afuera.
Escuchamos las voces de Clara y Henry, y sonaban alterados. Nick me miró preocupado, y creí reconocer el sonido. Corrimos afuera cuando escuchamos un estruendo y el ruido de un carro frenando. 
Al salir vimos a Clara arrodillada en medio de la calle. Parecía fuera de sí, al borde de las lágrimas. Unos metros más adelante Henry yacía en un charco de sangre, y en una posición nada saludable. Aun más adelante estaba el auto que había hecho los sonidos. Un tipo se estaba bajando de él. Nick corrió a ver como estaba Clara, y yo apunte mi arma hacía el hombre. 
—¿Esta muerto el tipo ese? —Dijo, mirándome—. Era uno de esos locos, ¿no? Quería ayudar —El hombre empezó a acercarse hacia nosotros, viéndose inocente. Relajé mis manos; no había necesidad de dispararle. Nick trataba de calmar a clara. Lo miré y él asintió; solo ver a Henry confirmaba la historia del nuevo. El cuerpo de Henry se había deformado, se veía cambiado; ya no era el de antes. 
—Eh, ¿estás bien? —le pregunté. Tenía sangre seca en la camisa y los pantalones, y varias heridas en el rostro. 
El nuevo iba a responderme cuando Clara masculló algo, se levantó del suelo y corrió hacia el sujeto. 
—¡No! —gritó Nick.
Clara cayó al suelo, y Nick corrió a ayudarla. El tipo me miraba asustado, y solo ahí note que había disparado el arma. Dejé que la pistola cayera al suelo y corrí a ayudar a Clara; le había dado en el brazo y estaba sangrando. 
—¿¡Por qué hiciste eso!? —me gritaba Nick. El sujeto corrió a ayudarnos y llevamos a Clara adentro. Nick me miraba molesto mientras el nuevo estaba confundido.
El nuevo se llamaba Clay, y le explique que fue un accidente mientras salimos a buscar la pistola en la calle. 
La herida en Clara solo fue superficial; pasó rozando la piel y solo la arranco un poco. Solo un poquito. 
—¡Idiota! —gritaba Clara mientras Nick trataba de limpiar la herida con vendas y alcohol de la cocina. 
Clara se calmó después de quince minutos de insultos. No sé si es que acepto mis disculpas o los analgésicos que Clay trajo de su carro también eran calmantes, pero en fin. Clay nos contó como termino ahí, y Nick trato de explicarle a Clara que lo mismo le había pasado a su amigo, Jack, mientras todos nos conocíamos un poco más. 
Eran las ocho de la noche. Todos teníamos hambre y había que comer algo. Puse sábanas y bolsas en las ventanas para que no saliera la luz. No sabía si eso serviría de algo, pero no perdía nada con intentarlo. Nick estaba molesto por el pequeño incidente con la pistola, pero no más que Clara. Ella quería apuñalarme, claramente. Y Clay, con toda su sangre y heridas, parecía haber sido el atropellado. Habían pasado menos de doce horas desde que había llegado a esa casa y ya habían muerto dos. Faltaban veinte más para que llegara el supuesto rescate.
No me quedaban muchas balas, así que le di la otra pistola a Clay. Nick tenía su hacha, y prefería que Clara no tuviera un arma hasta que se calmara. Debíamos tener suficiente para aguantar por un día… Si no nos convertíamos todos en esas cosas antes de que saliera el sol. 

—Te dije que no era bueno con las pistolas, Nick —le dije.