De
repente, escuché a Clay gritando mi nombre.
No
podía dormir, de todas maneras… No podía sacarme de la cabeza el rugido que
producía la bestia, una especie de arañazo en mi mente que la había ensuciado y
cuyos efectos aún permanecían. Por todo el cuarto algo parecía ir mal; una
sensación opresiva que me ponía los pelos de punta. No podía explicarlo; era la
sensación que había cuando me acercaba a esos monstruos, pero ahora había
quedado impregnada en el lugar.
Me
levanté de la cama gustoso por salir de ahí y me dirigí al cuarto de Clay, con
mi gorra y mi hacha. Clara se había asomado también por fuera de su cuarto. Le
indiqué con la mirada que se sumara.
—Alto
—dijo—. Yo… Necesito decirles algo.
—¿Eh? —Levanté una ceja—. Ahora no, vamos.
Creía
escuchar ruidos abajo. ¿Croft tampoco podía dormir? Sí, debía ser así; no creía
que nadie fuera a poder esa noche.
Clara
y yo nos acercamos al cuarto de Clay, y miramos adentro… Ahí Croft estaba,
desmayado bajo un hilo de su propia sangre. Clay estaba sobre él, sin saber qué
hacer. Se veía muy sorprendido para ser él, como en un trance.
Si
Croft estaba ahí, los ruidos de abajo…
Reaccioné
demasiado tarde. Tres hombres aparecieron desde las escaleras; uno llevaba un
bate, otro un cuchillo y el ultimo una pistola. Estuvieron frente a nosotros en
un segundo.
Recordé
mi entrenamiento y no perdí la calma. Clay salió al pasillo para ponerse junto
a nosotros, pero el tipo del bate lo paso de largo y entro al cuarto. Yo fui
detrás de él. Le grite algo, sacando su atención de Croft, y lo incité a que se
me acercara. Logré hacerlo volver al pasillo, donde podía escuchar conmoción
detrás de mí.
El
tipo se lanzó con su bate, pero me cubrí y le desvié la mano. Me moví atrás de
él y le doble el brazo contra la espalda, haciéndole soltar el bate. Clara llegó
a tomarlo antes de que tocara al suelo y volvió a desaparecer de mi campo
visual.
Éramos
solo yo y ese tipo… Levante mi hacha, pero me pregunté si realmente pensaba
hacer algo. Atacar a aquellos alterados era una cosa. Un acto de defensa
natural, casi correcto. Pero usar un hacha contra un hombre indefenso…
Habían
irrumpido en la casa, habían tratado de atacarnos… Giré la cabeza para ver a
Croft tirado, con una herida sangrante en la cabeza, como reafirmando mis
ideas. Pero no podía hacerlo. No…
Un
dolor agudo en mi espalda. Solté un grito ronco y se me cayó el hacha. Mi
cuerpo se tensó al instante y me puse de rodillas. Todo se hizo frío.
Un
cuchillo… el del cuchillo me había atacado. ¿Qué estaban haciendo Clay y Clara?
Me giré despacio, tratando de ver al atacante, pero inmediatamente recibí un
puñetazo de parte del tipo del bate.
—Hijo
de puta —me dijo.
Mi
labio se inflamó. Debía estar sangrando, pero no podía sentir nada. ¿Todavía
tenía el cuchillo en mí? El tipo del bate tomo carrera, y me dio una patada en
la cara. Todo mi cuello tembló, pero pude mantenerme de rodillas y evitar caer.
El mundo giraba a mí alrededor. Me dio otro golpe, y mi gorra cayó con la sacudida.
Reaccioné ante esto, tomando mi hacha del suelo, casi perezosamente. De alguna
manera me levante y di un paso adelante. El tipo iba a golpearme de nuevo, pero
se detuvo, asustado ante mi presencia. Empezó a decir algo, pero no pudo terminar.
Clavé el hacha junto a su oreja, atravesando todo el cachete derecho. La
mantuve en el lugar unos momentos y la saqué de una sacudida. Empezó a salir
sangre, pero no llegaba a molestarme. Estaba demasiado aturdido…
El
tipo cayó al suelo y su sangre formo un charco, como una versión grotesca de la
situación de Croft.
Pero
algo fue diferente. Su sangre empezó a convertirse en negro a medida que
brotaba… el hombre perdió el color de piel inquietantemente rápido, y el
ambiente se llenó de olor a podrido. ¿Qué estaba pasando?
¿Y
cómo estaba el resto? No podía molestarme en girar la cabeza, confundido como
estaba. Apenas atiné a ponerme la gorra de nuevo y recostarme junto al cadáver,
cuando el ambiente se llenó de algo más. Un sonido que parecía lluvia, algún
repiqueteo quizá, pero era algo distinto. Siniestro. Lo reconocí en un momento.
Arañadas.
Algo parecía
escarbar sobre nosotros, alrededor de todo el techo.
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