Mi
nuevo compañero no había tardado más de cinco minutos en hacerme disparar un
arma. Necesitaba algo de tiempo para recuperar mi compostura.
Ya
había disparado una antes. Antes de mudarme a la ciudad tenía un amigo con el
que iba a practicar, aunque nunca había tenido muy buena puntería.
De
todas maneras, a esa distancia no podía fallar. Jack aun no se había convertido
del todo, así que cayó muerto luego de un solo disparo.
Traté
de devolverle las pistolas a Nick, pero se negó a recibirlas; parecía tener
algo contra ellas. Decidí que iba a guardar una por la casa, y movimos el
cuerpo del amigo de Nick. Encontramos unas palas en el patio trasero, y tomamos
turnos para hacer un hueco en la tierra. Lentamente, en el transcurso de la
tarde, cavamos un pozo y sepultamos a Jack en él. Dejé a Nick en el patio. Era
claro que todo aquello lo había afectado.
Fui a
buscar algo de beber. Antes de que esos dos llegaran había logrado revisar un
poco la casa y no tenía nada de comida. Tomé un vaso de agua y revisé las
pistolas; resultaba que solo una tenía el cargador completo. Guardé la otra
pistola y la munición en un bolso que encontré en el segundo piso. Una pistola
y diecisiete balas debían ser suficientes para pasar la noche.
Ya
estaba anocheciendo cuando empezaron a escucharse los gritos. No eran los
primeros que había oído, pero mi nuevo compañero parecía tener una actitud
distinta a la mía; Nick entró corriendo en el living, su hacha en mano. Salimos
a la calle; una pareja estaba siendo perseguida por algunas de esas
aberraciones. Estas estaban separadas y eran blancos fáciles, así que dispare a
los tres monstruos y la pareja pudo encargarse del restante… usando solo un par
de ramas.
Él se
llamaba Henry, ella era Clara. Nos dijeron que solo se quedarían por la noche y
se irían por la mañana. Nick me miro con duda, como si entonces fuéramos
compañeros; por mí hubiera sacado a los tres y estaría tomando mi baño.
Nick y
yo entramos a la casa, pero Henry y Clara se quedaron afuera para vigilar si
más deformes iban a acercarse por los disparos. Parecía que eran de planear a
futuro.
Nos
sentamos en el living, junto a la puerta de entrada que apenas habíamos podido
reparar. Nick parecía pensativo, y me pregunto si sabía algo sobre lo que estaba
pasando. No había duda que la muerte de su amigo le había afectado; pero yo no tenía
la menor idea.
—¿Era un
buen amigo? —le pregunté.
—Sí —dijo
Nick—. Él creía que esas personas eran demonios de la Biblia… pero míralo
ahora. Lo que sea que es puede afectarnos a todos en cualquier momento.
—¿Cómo
un virus?
—Tal
vez. Solo te pido si vez que me pasa eso… Como a Jack. Dispárame antes de que
me convierta en algo así.
—Preferiría
no hacerlo.
Nick
se quedó callado, pensando.
—Es curioso
que me dieras las armas —solté—. Hace unos años practique con ellas, aunque
nunca me gustaron.
—Pues
yo no pienso tocar una y no creo que esos dos sepan usarlas.
—Sí, tenes
razón. Voy a ver cómo está arriba —dije, queriendo terminar la búsqueda que
había empezado cuando Nick llegó a la casa.
En la
primera planta estaba la cocina y un baño; el tercer cuarto estaba lleno de
ropa sucia y detergentes. En el segundo piso había un cuarto con cama doble, una
oficina y dos espacios sin amueblar. Había tenido suerte de que Nick me diera
su arma; ahí no iba a encontrar nada.
Una
cama y un sillón abajo… Suponiendo que Henry y Clara dormirían en la cama,
tendría que discutir con Nick sobre quien iba a terminar en el suelo. Estaba
por preguntárselo cuando volvieron a sonar ruidos afuera.
Escuchamos
las voces de Clara y Henry, y sonaban alterados. Nick me miró preocupado, y creí
reconocer el sonido. Corrimos afuera cuando escuchamos un estruendo y el ruido
de un carro frenando.
Al
salir vimos a Clara arrodillada en medio de la calle. Parecía fuera de sí, al
borde de las lágrimas. Unos metros más adelante Henry yacía en un charco de
sangre, y en una posición nada saludable. Aun más adelante estaba el auto que
había hecho los sonidos. Un tipo se estaba bajando de él. Nick corrió a ver
como estaba Clara, y yo apunte mi arma hacía el hombre.
—¿Esta
muerto el tipo ese? —Dijo, mirándome—. Era uno de esos locos, ¿no? Quería
ayudar —El hombre empezó a acercarse hacia nosotros, viéndose inocente. Relajé
mis manos; no había necesidad de dispararle. Nick trataba de calmar a clara. Lo
miré y él asintió; solo ver a Henry confirmaba la historia del nuevo. El cuerpo
de Henry se había deformado, se veía cambiado; ya no era el de antes.
—Eh, ¿estás
bien? —le pregunté. Tenía sangre seca en la camisa y los pantalones, y varias
heridas en el rostro.
El
nuevo iba a responderme cuando Clara masculló algo, se levantó del suelo y
corrió hacia el sujeto.
—¡No! —gritó
Nick.
Clara
cayó al suelo, y Nick corrió a ayudarla. El tipo me miraba asustado, y solo ahí
note que había disparado el arma. Dejé que la pistola cayera al suelo y corrí a
ayudar a Clara; le había dado en el brazo y estaba sangrando.
—¿¡Por
qué hiciste eso!? —me gritaba Nick. El sujeto corrió a ayudarnos y llevamos a
Clara adentro. Nick me miraba molesto mientras el nuevo estaba confundido.
El
nuevo se llamaba Clay, y le explique que fue un accidente mientras salimos a
buscar la pistola en la calle.
La
herida en Clara solo fue superficial; pasó rozando la piel y solo la arranco un
poco. Solo un poquito.
—¡Idiota!
—gritaba Clara mientras Nick trataba de limpiar la herida con vendas y alcohol
de la cocina.
Clara
se calmó después de quince minutos de insultos. No sé si es que acepto mis disculpas
o los analgésicos que Clay trajo de su carro también eran calmantes, pero en
fin. Clay nos contó como termino ahí, y Nick trato de explicarle a Clara que lo
mismo le había pasado a su amigo, Jack, mientras todos nos conocíamos un poco más.
Eran
las ocho de la noche. Todos teníamos hambre y había que comer algo. Puse sábanas
y bolsas en las ventanas para que no saliera la luz. No sabía si eso serviría
de algo, pero no perdía nada con intentarlo. Nick estaba molesto por el pequeño
incidente con la pistola, pero no más que Clara. Ella quería apuñalarme,
claramente. Y Clay, con toda su sangre y heridas, parecía haber sido el atropellado.
Habían pasado menos de doce horas desde que había llegado a esa casa y ya habían
muerto dos. Faltaban veinte más para que llegara el supuesto rescate.
No me
quedaban muchas balas, así que le di la otra pistola a Clay. Nick tenía su
hacha, y prefería que Clara no tuviera un arma hasta que se calmara. Debíamos
tener suficiente para aguantar por un día… Si no nos convertíamos todos en esas
cosas antes de que saliera el sol.
—Te
dije que no era bueno con las pistolas, Nick —le dije.
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