lunes, 11 de noviembre de 2013

Dos Noches de Verano — 1 — Clay: La Ciudad

Dos Noches de Verano


CLAY escrito por Bake
CROFT escrito por Croft
NICK e INTERMEDIO escrito por Zeh Roh
HENRY y CLARA escrito por Fabianpx 
Idea original creada por Naxo
Revisado por Zeh Roh

Opcional: Lee la introducción.
>Clay: La Ciudad

Llevaba tres días en la ciudad antes de que todo se desencadenara. 
Tres días. 
Me frustraba un poco cada vez que lo recordaba. De alguna manera, mi sueño estaba roto. 
Había llegado el viernes por la mañana. Aunque mentalmente había llegado un mes o varios meses antes. Deseando estar ahí. 
En la Gran Ciudad. 
No era tan grande. Era mayor que mi pueblo, pero siempre la había exagerado en mi cabeza. Siempre había sido como la parte de la torta que no podía comer hasta que tuviera edad suficiente. La Ciudad era hogar de las mejores universidades, colegios, servicios y, según algunos, mujeres. 
Siempre se veía como algo lejos de mí. Que nunca llegaría. Pero ahí estaba. Aunque fuera un tanto diferente a mi imaginación. 
Lo impresionante era que todo se concentraba en la Ciudad. Quiero decir, si no estabas en la Ciudad faltaba algo en tu vida. Simplemente todo venía desde la Ciudad y todo lo demás quería ir allí. 
Ciudad repleta de turistas, nacionales y extranjeros. Locos por la Ciudad. Amantes de la Ciudad. 
En la Ciudad, todos eran felices. 
Todos. 
Allí se encontraba el trabajo de tus sueños, tus mejores amigos, la mejor suerte que jamás ibas a tener, la mujer de tus sueños, el perro más fiel. 
Toda necesidad estaba satisfecha en la Ciudad. Eso es lo que creía.
Por todo eso, también me asustaba. 
Edificios que atravesaban el cielo; miles y miles de personas. Cámaras en todos lados. Al llegar pensé que lo que tenía la Ciudad no era magia, sino un control absoluto sobre su población. No había delincuencia, pero había droga. Y mucha. Era paradójico. Nunca se había visto que se pudieran separar esas dos palabras. También se separaba “droga” de “violencia”. O de “enfermedad”. O, más precisamente, de “adicción”.
Respecto a eso me mantuve escéptico. Era difícil de tragar. Pero la Ciudad me tenía más de una sorpresa. En realidad, nunca te dejaba de sorprender. 
Aparte de su mezcla de control, magia y corrupción, también descubrí que estaba maldita. 
El viernes por la mañana llegué al departamento que había comprado. Tenía dieciocho años pero podía manejarme. El departamento era impecable. Parecía extraído de mis sueños, prácticamente. Igual o mejor que en mis sueños. Eso era así incluso con el tráfico. Y yo odiaba el tráfico. 
Desde que había llegado todo había sido perfecto, aunque me costara creer que drogas pudieran funcionar entre una perfección. Hasta el día había sido perfecto. El sol jamás había brillado de esa manera. Su reflejo pegaba en cada vidrio de los edificios gigantes. Ya empezaba a sentir la magia. 
Sentía que podía llamarla la Ciudad de Clay. Encajaba conmigo a la perfección, y yo encajaba con todo. Lamentaba cada segundo que no había pasado en esa ciudad. Respirando su aire, viviendo su ritmo. 
Esa tarde acomodé mis cosas en el departamento y me quedé en el balcón, escuchando la melodía de los autos. Era increíble cómo algo tan molesto como los autos se convertían en una orquesta de violines en la Ciudad. 
Nunca deje de sonreír. En ningún momento.
Al llegar la noche tuve que conocer el resto de la ciudad. La mejor parte, tal vez.
Jamás me había sentido tan seguro caminando en la calle solo, de noche. Y tampoco había visto tanta venta de droga sin ningún tipo de cuidado. Parecía como si la Ciudad quería que consumieras, que consumieras cualquier cosa, pero que te mantuvieras calmado y sin quejarte. 
La misma policía parecía ser cómplice de esta venta. Esa mierda era legal. No importaba qué mierda te querías mandar por las venas; era legal. 
Me asusté. No, no me asusté. Mi corazón latió más fuerte por unos momentos, pero solo fue eso. No podía estar asustado; estaba sedado por la misma Ciudad. 
Al entrar en un bar, la magia seguía ahí, y no solo la que se inhala. Todo seguía pareciendo perfecto, desde la música a la gente del lugar, los tragos, los precios. Parecía una puta película. Me asusté, pero no me asusté. 
Solo faltaba que se sentara la chica más linda de la Ciudad al lado mío, y lo más terrorífico es que paso. 
La chica más perfecta que jamás había visto se sentó al lado mío. Realmente estaba pasando. Mi corazón latió fuerte por un buen tiempo. Me asusté, pero no me asusté; y ahora no solo estaba drogado por la Ciudad, sino que también por los ojos delineados de la chica. 
Pedí un trago para cada uno y hablamos. La música era ideal, y él bartender bajó el volumen lo suficiente como para que pudiera escuchar lo que ella me decía. Se ponía más terrorífico. Mi corazón seguía queriendo explotar, pero algo me impedía pensar. No podía tomar distancia de mí mismo. Mi terror era aplacado por el encantamiento de la Ciudad, sus ojos, y ahora también su escote. 
Pedí otro trago. Ella me besó, y me relajé. 
Tal vez la Ciudad era perfecta, y no había nada raro. Tal vez… la perfección no existía, pero no quería pensar en eso. 
Me mantuve tranquilo por el resto de la noche, y por el sábado y el domingo. Había algo que me asustaba y me encantaba a la vez. Sentía que todo parecía ser demasiado perfecto, pero no podía evitar disfrutar de eso.
Mi cabeza se mantuvo en un estado que jamás había sentido. No pude dejar de sonreír en ningún momento. Tampoco dejar de pensar en la belleza de la chica del viernes. Esto duró incluso hasta el lunes. 
El lunes por la mañana que había soñado por mucho tiempo. 
Ese lunes en el que iba a pisar la facultad, lo que me iba a permitir tener un trabajo y vivir de lo que más me gustara. Ese fue el día en que todo se desencadeno.
A pesar de mí ansiedad, sus ojos y su cuerpo seguían ocupando la mitad de mis pensamientos, y la otra mitad era ocupada por la belleza de la Ciudad. Sentía que había un pequeño yo dentro de mí que gritaba algo, pero no importaba. No lo podía escuchar.

>Croft: Iniciar. 

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